La Women’s March (2017), el Me Too (2017), la Huelga Feminista Mundial (2018), son movilizaciones que han recorrido el mundo cambiando la conciencia de las mujeres. Los 4.500 años de patriarcado pueden empezar a poner sus barbas a remojar. Las mujeres hemos empezado a no aceptar el sometimiento a los hombres, los poderes políticos, la moral y la costumbre.
Esta nueva situación y fuerza de las mujeres se puede observar en los informes de ONU Mujeres, OMS, OIT, UNICEF, UNESCO, pero también en los de la OCDE, por supuesto en los sindicatos, que asumen la denominación de feministas.
Criminalización y misoginia
La pandemia se ha cebado con saña contra las mujeres. No es casual. Las mujeres somos la mitad de la población en la que hay más precariedad y pobreza. Se da la circunstancia que estamos más dedicadas a las labores de los cuidados, así como a las profesiones que hemos visto y calificado de esenciales; es decir, las mujeres somos el grueso de quienes están en primera línea de contacto con el coronavirus (entre el 70% y 80% según la profesión). Somos vitales y esenciales pero, sin embargo, las mujeres somos las que más sufrimos las penurias: enfermedad, precariedad, pobreza y miseria, despidos en las tareas del hogar y de las empresas. Mujeres son las que no cumplen los requisitos, protocolos y formularios, para acogerse a los ERTE o recibir el ingreso mínimo vital (IMV). Las mujeres trabajadoras ganan bastante menos que los hombres, mientras se ven vetadas en los puestos más cualificados y de responsabilidad.
En el confinamiento las agresiones machistas se han incrementado. La cercanía con el agresor, el teletrabajo y el aislamiento social son factores de riesgo.
Este vía crucis femenino se ve agravado por la criminalización institucional y de los representantes más reaccionarios del estamento político. Se empezó el confinamiento condenando la movilización del 8M de 2020, con varias causas en los juzgados. Pretendían culpar de la expansión de la pandemia a la importante movilización feminista por los derechos y la vida de las mujeres. Este año 2021 el gobierno del PP en Madrid impide el elemental derecho de expresión y manifestación de las mujeres mientras permite otras. Este atropello muestra como se adopta la misoginia propagada sin tapujos por VOX para impedir la lucha de la mitad de la población.
A las mujeres se las tutela, se decide por ellas, se habla por ellas, se les otorga el color y la sumisión desde su más tierna infancia. Unas mujeres con derechos formales, pero sin el derecho a decidir sobre el propio cuerpo, sobre su talento, trabajo y criaturas.
No queda muy lejos el estigma de brujas y su quema en la hoguera. Los aplausos a las enfermeras y personal sanitario de la primavera pasada son el reverso de la moneda de los despidos y bajos salarios.
Un año pandémico
La contaminación de la COVID-19 ha frenado en seco la economía mundial. Los efectos del coronavirus han agravado la situación de las mujeres. El movimiento feminista ha encajado el confinamiento sin ceder. Y si es bien cierto que la movilización masiva presencial no se ha podido sostener, es patente que la lucha ha proseguido sin tregua.
Las organizaciones de mujeres, las entidades sociales y feministas han reaccionado desde el primer momento del confinamiento. Se ha buscado y encontrado maneras de continuar dando apoyo a cada mujer, escuela o entidad, con la idea de aligerar y resolver las dificultades que agravan el aislamiento en que se encuentran.
El debate y la reflexión han ocupado, en parte desde las pantallas, el lugar de las calles. Es un reflejo de millones de mujeres que no se han visto derrotadas, sino que desde cada parcela social o intima han mantenido la llama de su conciencia.
La apropiación de las nuevas tecnologías y el uso de las redes sociales ha tenido un efecto amplificador. En este 2020 tan aciago, la dieciseisava sesión del Foro contra las violencias de género, que realizamos anualmente en Cataluña, ha conseguido el récord de inscripciones hasta el momento. El IV Congreso para la erradicación de las violencias machistas desde los servicios sociales y sanitarios, que se realiza en el Hospital Clínic de Barcelona, revalidó su participación. Por supuesto las entidades de mujeres han reconvertido completamente las actividades presenciales en virtuales. Las plataformas on-line se han teñido de un gran contenido violeta.
Enseguida que la pandemia lo ha permitido se ha vuelto a combinar la intensiva actividad desde las pantallas con la presencial simbólica. Excepto en tres ocasiones, la concentración de homenaje a las mujeres asesinadas, del tercer lunes de cada mes en la plaza del Ayuntamiento de Barcelona, organizada por la Plataforma unitària contra les violències de gènere, se ha desarrollado presencial, además se ha ampliado la audiencia por medio del estreaming e Instagram. Numerosas organizaciones en todo el estado han seguido esta pauta, entre ellas la Coordinadora de Mujeres para la Participación y la Igualdad (COMPI), que también efectuó una Jornadas en Jerez de La Frontera, con todas las medidas sanitarias, que contó con la participación de organizaciones de todo el Estado. Tengo conocimiento de jornadas diversas en Euskadi, actividad intensa de Lunes Lilas en Navarra. También el II Congreso contra las violencias machistas, del Instituto catalán de las mujeres (ICD), amplió su audiencia con la metodología telemática.
Hemos tenido la satisfacción de compartir con Silvia Federicci en varias ocasiones durante este año. Todo un signo del tiempo de superación del patriarcado, en clave de liberación de la mujer, crítica implacable al sistema económico y el orden de valores en el capitalismo globalizado. Las lecciones de Federicci nos conducen a un “otro mundo es posible” en la reproducción, trabajo, cuidados y talento de las mujeres.
En cambio, el aniversario Beijing+25 por parte de Naciones Unidas tuvo que ser suspendido. Lo peor es que tampoco fue sustituido por sesiones telemáticas ni aplazado para mejor ocasión. Tengo que constatar que esta organización mundial ha realizado muy buenos informes desde ONU Mujeres y desde la Secretaría, pero ha sucumbido a la parálisis provocada por el virus. Es una actitud distinta y contraria a la enorme actividad realizada desde las organizaciones de mujeres. Es grave que se haya perdido este cónclave de mujeres. Muchos estados y gobiernos deben haber respirado aliviados de que no hayan tenido que rendir cuentas de lo acordado, y no cumplido, desde hace 25 años, con los 12 puntos de la IV Conferencia Mundial de Mujeres de Beijing.
Este año, el Sexagésimo quinto período de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, del 15 al 26 de marzo de 2021, ya se reconvierte en virtual. Se obvia el necesario balance de Beijing para centrar las sesiones en “La participación de las mujeres y la adopción de decisiones por ellas de forma plena y efectiva en la vida pública, así como la eliminación de la violencia, para lograr la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas” con relación a los Objetivos de Desarrollo Sostenible acordados hace cinco años. Unos objetivos (ODS) que señalo con pesar que reducen el alcance de los 12 puntos de Beijing.
La ebullición en las redes sociales, las movilizaciones de apoyo al derecho de aborto en Argentina y Polonia, las acciones para cambiar las restricciones de la ley del aborto española, junto a movilizaciones importantes y exitosas, como la de las alumnas del Instituto del teatro de Cataluña contra la agresión psicológica y sexual de profesores a las jóvenes, precedida por la lucha en el mismo sentido en Lleida, configuran un contexto de elevada presión. Nuevas generaciones renuevan la lucha y rejuvenecen la combatividad. Estos indicios tan saludables hacen pensar en un probable nuevo salto del movimiento feminista en cuando se superen los condicionantes sanitarios.
Diversidad y unidad en las voces de las mujeres
Dentro de la explosión creativa de manifiestos, que demuestra la fuerza y vitalidad del movimiento en cada población y estamento social, vale la pena resaltar los elementos que les otorgan unidad dando el tono a este feminismo confinado que no se resigna. Muy al contrario, el movimiento de las mujeres crece, se extiende y abarca todas las causas de injusticias y desigualdades que provienen del patriarcado y del capitalismo.
He examinado con mayor detalle, como representativos del conjunto, en clave unitaria, los manifiestos y lemas de la Comisión 8M de Madrid, la Asamblea Vaga Feminista de Catalunya, el manifiesto conjunto de los sindicatos CCOO y UGT.
“Ante la emergencia social, el feminismo es esencial.” Es el lema de la Comisión 8M de Madrid, mientras mantienen en su web el manifiesto 2020 completamente vigente.
La Asamblea catalana ha confeccionado un prolijo manifiesto-argumentario. Los lemas: “¡Juntas, diversas y rebeldes somos imparables! ¡Siempre feministas! ¡Semi-confinadas pero nunca calladas! ¡Herederas de las huelgas feministas que nos han llevado a soñar un mundo nuevo! ¡Feministas antipatriarcales, anticapitalistas y anticoloniales!”
CCOO y UGT proponen para este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer: “nuestro compromiso por la consecución de la igualdad real entre mujeres y hombres y la eliminación de todas las formas de discriminación y violencia hacia las mujeres, y muy especialmente en nuestro principal ámbito de actuación como es el ámbito laboral”(…) “Avanzar en la eliminación de las violencias machistas, garantizando la financiación necesaria y el estricto cumplimiento de las medidas acordadas en el Pacto de Estado contra la violencia de género y de los compromisos adquiridos con la firma del Convenio de Estambul”(…) “Ratificar el Convenio 189 de la OIT sobre trabajo digno de las trabajadoras del hogar y el Convenio 190 de la OIT sobre la eliminación de la violencia y el acoso en el mundo del trabajo.”
En los tres ámbitos observamos un esfuerzo concienzudo por detallar las reivindicaciones, derechos y defensa de las necesidades de todos los sectores sociales, de todas las minorías discriminadas y agraviadas por un cúmulo de injusticias, derivadas del orden establecido por el poder dominante.
Desde la brecha salarial con la desigualdad real de las mujeres en el trabajo, en las empresas, en las casas y fuera de ellas, es común señalar que la precariedad, la pobreza y la miseria tienen rostro de mujer. El trabajo de los cuidados, como las profesiones más en contacto con la pandemia, recaen sobre las mujeres, han de situarse en el centro de la vida. Las violencias de género, las agresiones sexuales y violaciones ocupan otro triste lugar de honor en los documentos. Los derechos LGTBI y Trans, los de las migrantes y refugiadas, se visibilizan en sentido inverso a la criminalización que reciben.
Otro concepto que recorre el movimiento es sobre su fuerza y la necesidad de su unidad. Las mujeres se esfuerzan en recuperar a sus propias precursoras para avanzar también a “hombros de gigantas” (siguiendo la genealogía de “La Creación de la conciencia feminista” de Gerda Lerner), o a sus ancestros brujas, quemadas en la hoguera (“Brujas, caza de brujas y mujeres”, Silvia Federicci).
Aflora la convicción de que las mujeres estamos engendrando los valores y realidades de un mundo nuevo sin opresión ni violencia, con libertad y amor. Un mundo en que prevalezcan los cuidados, la reproducción de la vida y la naturaleza.
Las voces de las mujeres se unen y amplifican en un canto a la libertad y la felicidad en el mundo. Quieren el cielo en la tierra.
Debates en el coro
Estamos en una época de transformación y efervescencia en que el movimiento feminista debate y avanza en conceptos fundamentales. Esto expresa contradicciones lógicas. El diálogo a veces se convierte en debate abrupto y aboca a división y disgregación. Sin embargo, observo que la acción, es decir, la potencia del movimiento, consigue absorber estas diversidades en la unidad por las cuestiones vitales. Las miradas desde las diversas situaciones sociales, las preocupaciones individuales, las posiciones ideológicas y filosóficas, los presupuestos morales, en ciertos temas están en fase divergente y en otros se entra en modo confluyente. La metodología para resolver esta evolución necesaria es situarse con los pies recorriendo caminos desde la realidad social. La experiencia de la vida y la lucha es la mejor medicina para que las mujeres ganemos en este diálogo. La orquesta feminista tiene que ajustar el tono y ritmo de sus distintos instrumentos para afinar el concierto de la vida.
Prostitución y Trata. Una posición es la abolición de la prostitución. Para lo cual proponen medidas de prohibición. Están en contra de todo tipo de regulación de esta actividad que consideran que es una esclavitud. Niega rotundamente que sea un trabajo con el sexo. Está en contra de la mercantilización, es decir, del comercio con el cuerpo. Difunden que hay indicios suficientes y pruebas fehacientes de que en los países en que se regula se promueve el comercio del sexo y es un fracaso para la dignidad de las mujeres. Hace campañas contra los hombres que pagan por sexo, los puteros, con denuncias y multas. Defiende que la prostitución es violencia de género porque se impone, agrede y somete a las mujeres sin un consentimiento libre e igual. Asimilan la prostitución a la trata. Sitúa la prostitución como una actividad obligada, forzada y en ningún caso aceptada o deseada. Atribuye que el feminismo solo puede ser abolicionista.
Otra posición feminista es la de la regulación del trabajo sexual, que es como se denomina la prostitución y a este comercio carnal. Considera que el tratamiento de la sociedad, poderes públicos, moral y de los hombres, alimenta un estigma que llega a asimilar el concepto prostituta, puta, al de un sujeto distinto a la propia mujer. Defiende la prostitución y el comerciar con el sexo como un trabajo. En este sentido propone que estas trabajadoras tengan sus obligaciones y derechos laborales, como en cualquier otra profesión. Está en contra del estigma “puta” y defiende la dignidad de cada mujer, así como de su trabajo. Combaten que el estigma condene a las trabajadoras sexuales a la indefensión, trato discriminatorio y menosprecio en su dignidad y derechos como mujer y persona. Denuncia la prohibición de facto de la actividad y que las multas a los clientes, al proxenetismo y a la industria del sexo, son ineficaces porque en la práctica perjudican en mayor grado a las propias mujeres. Sostiene que hay violencia de genero y coerción en el ejercicio del trabajo sexual, no en general, sino en los casos concretos en que se produce. Combaten la trata, así como el comercio sexual ilícito y coercitivo que obliga y esclaviza para que se ejerza la prostitución. Presenta el abolicionismo como un prejuicio moral que alimenta el estigma de la prostituta y perjudica a las mujeres que ejercen esta actividad, obligadas o no, para ganarse la vida con sus servicios sexuales.
Una posición distinta, es la conocida como “Pro derechos”, aunque con puntos que coinciden en parte con elementos de estas dos posiciones. Es la que han defendido, práctica e ideológicamente, mujeres como Alejandra Kollontai, desde el gobierno de los soviets revolucionarios rusos, o Emma Goldman, desde el anarquismo libertario radical y revolucionario norteamericano. Se combaten los condicionantes del sistema económico y de la hipocresía moral dominante, patriarcal y capitalista, que abocan a la pobreza y explotación, que obligan a comerciar con la fuerza de trabajo, que en demasiadas mujeres significa intercambiar económicamente su cuerpo en el matrimonio, en las relaciones sociales, en el trabajo y en la prostitución. Sitúa como fundamental la emancipación y liberación de las mujeres como componente importante de las clases oprimidas. Defienden la abolición del trabajo tal como lo conocemos, por lo tanto también de toda sumisión y servidumbre sexual. Mujeres libres y dignas capaces de vivir de su trabajo. Concentra las prohibiciones y las denuncias a todo elemento de coerción; uno importante es contra el proxenetismo y lo que llamamos trata. Considera que la realidad prohibicionista perjudica a las prostitutas, fomenta su extensión y la corrupción que alimenta proxenetismo, poderes policiales y daña a las mujeres. Huye del concepto de indignidad moral ancestral inherente al estigma de la prostitución. Defiende por encima de toda otra consideración la libertad y los derechos de las mujeres a su propio cuerpo. La hipocresía moral se ve clara cuando se prohíbe las voces de las prostitutas, a su asociación o sindicación, mientras está legalizada y floreciente la patronal en torno al comercio del sexo; además el comercio ilegal y coercitivo dispone de muy buena salud económica. Hay una gran complicidad y corrupción, es decir, clara permisividad de los poderes económicos, públicos y religiosos. Véase a Sonia Vivas (“Vivas nos queremos”), ex policía y actual concejala de igualdad del Ayuntamiento de Palma de Mallorca.
Consentimiento. Se está produciendo un enorme avance con el debate en torno al concepto de aceptación de las relaciones sexuales por parte de la mujer. El movimiento inventó el “No es No” para la percepción de la libertad íntima, física y moral, de las mujeres en el acto sexual y similares. Enseguida se saltó a un contundente “Solo Sí es Sí”, para garantizar la aceptación de la mujer. Este progreso encalló ante las numerosas ocasiones en que el agresor, demasiadas veces muy cercano y familiar, se las ingenia para impedir la expresión de la mujer u obligarla de maneras más sibilinas o brutales a conceder la aceptación. Vaya, la prolongación de un derecho de pernada que aparece como eterno, en función de los impulsos considerados incontrolables de la virilidad y testosterona machista, así como del sometimiento femenino. Las mujeres estamos investigando con gran interés que nuestro convencimiento tiene que ser realmente libre, hemos de ser capaces de otorgarlo en cualquier circunstancia, no nos vale el albedrio del macho agresor y violador. En este sentido está en fase de estudio la relación del consentimiento incluso con el placer, el grado de satisfacción y la felicidad de las mujeres.
Muchas preguntas en el aire. ¿Puede una mujer, prostituta, consentir el sexo de pago sin que haya que haber placer? ¿Puede una mujer consentir una relación sexual, con un nivel de deseo muy bajo o sin él, por la relación afectiva o amistosa con su pareja o casual? ¿Hasta dónde llega el consentimiento obligado, tolerado o libre? ¿Qué significa el consentimiento cuando existe desigualdad entre las partes?
Derechos de las mujeres, minorías, LGTBI, Trans. Desde la Women’s March en la magnifica explanada que va desde el Capitolio a la Casa Blanca en Washington DC, las oradoras fueron subiendo al podio en representación de todas las causas, injusticias y minorías de las mujeres norteamericanas y del mundo. El movimiento se elevó en amplitud y profundidad. La masa de mujeres y su extensión mundial convirtieron unos contenidos de alcance revolucionario en patrimonio de la conciencia feminista de este siglo. La movilización de las mujeres reivindica todos y cada uno de los derechos, tanto individuales como colectivos y universales. Hay discusión sesuda, filosófica y jurídica. El derecho indiscutible, desde el punto de vista democrático de las libertades, de unas ínfimas minorías, de unas más amplias minorías, o de la realidad testaruda de la mitad mujer de la población mundial, se contrapone a un derecho del conjunto de la humanidad, con el razonamiento peregrino de la costumbre, del que siempre ha sido así o de que perturba el equilibrio existente. Por cierto, una situación de desigualdad que supedita y perjudica a las mujeres. Si hacemos descender ciertos razonamientos filosóficos, jurídicos o morales, a este valle de lágrimas, vemos que la obstaculización o la negativa a dotar de derechos a las minorías, incluso ínfimas, que en lo concreto de la vida se defiende los privilegios existentes y se mantienen las discriminaciones y agresiones a las minorías oprimidas. Sin ser muy sagaz es obvio que un hombre que quiera transitar a mujer, abandona la situación de privilegio masculino dominante para situarse en el de la mujer menospreciada. La minoría que necesita hacer este paso en el género en ningún modo puede perjudicar el estatus de los hombres ni de las mujeres. Cuando se defienden los derechos de una mujer que es discriminada y racializada por su origen, incluimos una concepción de igualdad y libertades que beneficia al conjunto de las mujeres y también de los hombres.
Borrado de las mujeres. Hay una tendencia a que la defensa de la diversidad en el género, las desigualdades naturales, las discriminaciones a las minorías, se intenta resolver de una manera descriptiva de cada segmento, en la que se diluye el concepto de mujer, mitad de la humanidad. Nos encontramos que el día internacional de la mujer se convierte en el logotipo o consigna “8M”, o que la defensa de las distintas discriminaciones por parte del movimiento feminista no llega a citar a las propias mujeres, a pesar de que son la inmensísima mayoría de las discriminadas. Esta cierta confusión ha alimentado la campaña que se auto-titula “contra el borrado de las mujeres”. El problema es que las que postulan esta campaña hacen bandera de la negativa de los derechos de las minorías y sostienen todo tipo de prohibiciones, incluso sobre el propio cuerpo. Se nutren de los prejuicios más conservadores dentro de las mujeres, con lo que encontramos las promotoras de esta campaña muy cerca de las posiciones que defienden la ultraderecha política y el integrismo religioso.
El feminismo como referente y cohesionador de los derechos de las mujeres ha de partir de las necesidades, existencia y anhelos de libertad e igualdad del conjunto de las mujeres, con inclusión de todas las diversidades.
Sexo y género. La ciencia está dilucidando el sentido del sexo y su relación con la construcción social del género. Es otro dominio en que las expertas feministas darán argumentos poderosos para tejer el lienzo del nuevo mundo.
De leyes, calles y vida
En este año de la pandemia han coincidido unas cuantas leyes que afectan directamente a las mujeres y a sus diversas minorías. El gobierno de coalición progresista las empezó a tramitar con lo que parecían como muy buenas intenciones, pero en su redacción y articulado han empezado a aflorar limitaciones y retrocesos graves en el terreno jurídico.
Ley de la libertad sexual (Anteproyecto de ley orgánica de garantía integral de la libertad sexual). Esta ley complementa la ley 1/2004 de violencia de género. Reconoce las violencias sexuales como un problema social y reconoce los derechos de las que las han sufrido. Aborda la inclusión de la prevención, formación, atención en todos los ámbitos sociales. Un gran avance es el reconocimiento de la reparación a las víctimas, aunque es en exceso punitiva más que garantista. Afronta el tratamiento sobre el consentimiento de la mujer en sus relaciones sexuales, estableciendo que nunca se puede presuponer. Elimina la diferenciación entre el abuso, la agresión, de manera que permite reconocer el abuso de autoridad cometido por personas conocidas que pasa a ser tan grave como el de parte de un desconocido. El articulado tuerce el significado aceptado en la jurisdicción europea de la debida diligencia por parte del Estado y sus instituciones; en la redacción se vierte la responsabilidad en la víctima, en lugar de los poderes públicos. Indirectamente con la recién incorporación de la llamada “tercera locutoría” se criminaliza la prostitución ya que permitirá sancionar a cualquiera que alquile a una trabajadora sexual un piso para ejercer su actividad en un lugar más seguro que la calle, cuando hasta ahora el trabajo sexual voluntario de personas adultas es una actividad lícita.
Ley de igualdad de trato. Garantiza la igualdad de trato y la no discriminación por razón de orientación sexual e identidad de género o características sexuales. Introduce programas de información en el ámbito educativo para que se conozcan las distintas realidades. Se elabora un nuevo concepto, denominado “autodeterminación de género”. La voluntad del legislador es la despenalización y terminar con el oprobio y la criminalización de estos cambios en el sexo; se sigue el criterio de que el género es una construcción social. En la ley se elimina la medicalización obligada y la decisión de terceros sobre la consideración personal en el sexo y género. Ni el médico, ni otras personas, han de decidir o predeterminar el sexo de la criatura cuando nace, sino que cada persona ha de tener la libertad y el derecho humano a sentirse como considere.
Lo que no solventan en las leyes existentes es que las mujeres seguimos sin presupuestos de emergencia para la pandemia que representa la violencia de género (según ONU mujeres y la OMS).
Las leyes necesitan de la voz en la calle, hogares, escuelas y trabajo, para ser útiles para las mujeres. La huelga feminista de 2018 ha sido la que ha sembrado las condiciones que ahora se tratan en estos anteproyectos de ley.
El hilo de Ariadna
Las mujeres saben de hilos. Ahora hemos de tejer y lanzar el hilo de los derechos reales y servicios esenciales.
La masa de mujeres movilizadas internacionalmente orienta que hacer y cómo para salir del laberinto patriarcal.
Un bien muy preciado es el propio movimiento, con sus actuales propuestas inclusivas. Todo un programa político que va ganando terreno de libertad en cada eslabón de la sociedad. Tendrá que penetrar en los poderes económicos, en el poder estatal, en la moral y en unas costumbres que, por ancestrales, se convierten en terriblemente conservadoras, castradoras de futuro.
Hemos de hilar con tres hilos: el de la libertad y derecho al propio cuerpo, el de la libertad de expresión sin trabas, y el de una exquisita estima y respeto por la unidad (acción) del movimiento feminista.
De reproducción, amor y vida
La economía necesita tanto de las mujeres como la vida y la naturaleza. No hay reproducción, ni trabajo, ni amor, ni felicidad sin las mujeres, su trabajo y sus cuidados. Las mujeres y los hombres son consustanciales con la vida.
La reproducción en un sentido amplio ha de configurar el centro de la vida de las mujeres y los hombres, el conjunto de las personas. El beneficio del capital privado, los intereses de las grandes transnacionales globalizadas, el poder y el monopolio de la violencia sistémica por parte de los estados, han de dar paso a una sociedad de cuidados entre sus personas y con la naturaleza, sin violencias ni opresiones.
En este siglo hemos de terminar de una vez con la dominación, privilegios y desigualdad con los que los hombres someten a las mujeres y, por lo tanto, con el sistema patriarcal. Una división y sometimiento que se reproduce en todos los estamentos de la sociedad, incluida su célula más elemental, en la familia y la pareja. La liberación de la mitad de la humanidad es al mismo tiempo un cambio absoluto en el paradigma familiar, en la relación entre cada hombre y cada mujer. La emancipación de las mujeres es el símbolo de la liberación de toda la humanidad, es decir, de los hombres y de las mujeres y de todos los géneros. Al oprimir a la mujer cada hombre contribuye a que el sistema de opresión y explotación se mantenga e impida la transformación social de la sórdida violencia a la que estamos acostumbradas, se bloquea un impulso galáctico al talento y a la felicidad.
Hemos de descomprimir corsés ancestrales y liquidar tapones generacionales: váyanse las prohibiciones y vengan los derechos y libertades, bien vivos y concretos.
El amor y la felicidad, el respeto y la pasión, son valores y sentimientos bien materiales, muy necesarios para este mundo. Escuchemos las ilusiones y los deseos de nuestras adolescentes y jóvenes. Son vida segura para este siglo.
Por: Montserrat Vila Planas Presidenta de la Plataforma unitària contra les violències de gènere de Catalunya.
Fuente: www.sinpermiso.info
Fotografía de archivo: marcha.org.ar
Vea el reporte desde Ecuador de Karol Noroña [La Barra Espaciadora] de la movilización del 8M
Last modified: 09/03/2021