Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen vivir
Este 8M Día Internacional de la Mujer Trabajadora, desde nuestro Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir, queremos compartir la palabra que es acción cotidiana contra todo lo que nos mata, todo lo que nos arranca de la tierra como flores nativas. Nosotras defensoras de la vida y guardianas de los territorios plurinacionales, les recordamos que continuamos en rebelión y alerta.
Acusamos de terricidas a todos los gobiernos y empresas responsables de contaminar, destruir y asesinar la vida. Cuando asesinan a los ecosistemas tangibles mueren con ellos las fuerzas que regulan la vida en los territorios. Así también nos matan a nosotras, a nuestras hijas, nietas y ancianas. Con ellas muere el saber milenario que sostiene la vida en armonía con la tierra. Nos declaramos en lucha contra todo tipo de extractivismo.
“Con cada arroyo que se contamina, con cada pájaro, con cada mariposa que muere a causa de la contaminación sojera, también es una forma de matarnos!” nos dice nuestra hermana María Romero de la Comunidad Pueblo Jaguar, de Villaguay, territorio Charrúa, Entre Ríos. #BastaDeTerricidio
Denunciamos el Feminicidio Indígena.
Con cada mujer indígena que es asesinada por el odio racista, por los Estados extractivistas y los criollos embriagados en misoginia, se nos extirpa la oportunidad de construir otras formas de habitar que sostienen la vida como principal valor. Las políticas terricidas y sus empleados en los medios de comunicación hegemónicos procuran que las voces de las mujeres indígenas sean invisibles e inaudibles y que nuestras muertes resulten indiferentes a la sociedad. Seguimos adelante con nuestra campaña: #BastadeChineo.
Denunciamos el constante terrorismo de Estado que sufrimos en forma de detenciones y allanamientos ilegales, violencia física y psicológica por parte de las fuerzas de inseguridad; judicializaciones y criminalización por parte del aparato judicial racista misógino corrupto y patriarcal. Desapariciones y torturas de hermanes indígenas. Desalojos y militarización de nuestros territorios. Somos nosotras quienes salvaguardamos y sostenemos la vida de nuestras familias, por ese motivo la violencia contra las mujeres indígenas es mayor.
¿Podemos reclamar trabajar como mujeres indígenas?
Bien sabemos de trabajos irregulares, precarios y peligrosos. Nos pueden encontrar limpiando casas de los criollos, casi siempre sin ser registradas como trabajadoras y con salarios mínimos que nos hacen necesitar trabajar más horas, generando una sobreexplotación de nuestras cuerpas. O en aulas dando clases interculturales pero cobrando una miseria por que nos precarizan como auxiliares cuando somos nosotras quienes saben enseñar idiomas y oficios milenarios. Nos encuentran en los talleres clandestinos de las marcas más importantes y caras del país. Este sistema y la sociedad argentina nos han destinado sólo trabajos de cuidado, limpieza y textiles, excluyéndonos y explotándonos históricamente. A nosotras que resguardamos un conocimiento ancestral que no les enseñarán en ninguna universidad, sabemos oficios milenarios, sabiduría ancestral transmitida de generación en generación, nuestra cosmovisión en sí misma nos ofrece capacidades para múltiples trabajos. Nuestras juventudes estudian y se profesionalizan pero luego el racismo estructural se encarga de precarizarles. Por eso exigimos y demandamos una vez más el cupo laboral indígena en todas las áreas: públicas y privadas.
Nosotras trabajamos diariamente protegiendo los territorios de amenazas constantes como incendios, desmontes, megaminería, hidroeléctricas y todo tipo de prácticas terricidas. Sabemos recibir de la Madre Tierra nuestro alimento y medicina, cuidamos de los árboles que marcan nuestro transitar en el territorio. Cuidamos del agua que escasea, para nosotras el agua no es un recurso que sale de una canilla sino que es lo más valioso que nos da la Pacha, la Mapu, nuestra Onkaiujmar.Sostenemos a todo corazón nuestros comedores plurinacionales con lo que tenemos, sea mucho o poco sólo nos organizamos para el bien de nuestras comunidades. Nuestro modo de habitar es colectivo. Es por ello que hemos propuesto la figura de Defensoras Territoriales para mujeres indígenas.
¿Cómo defendemos el río, el bosque, el monte con la panza vacía?
Lo hacemos porque somos fuertes, más no es justo que el hambre sea la respuesta, teniendo en cuenta lo que implica sostener la vida en los territorios. La hambruna se ha naturalizado, el empobrecimiento sistematizado tiene que terminar. La malnutrición de nuestras niñeces y familias enteras es consecuencia de decisiones políticas. Denunciamos infanticidio por parte del Estado. Los Gobiernos nos ignoran en sus agendas, y cuando no lo hacen es para vendernos la histórica mentira del progreso y generación de puestos de trabajos, pero son trabajos terricidas para las mineras, para las petroleras, para el fracking y madereras, monocultivo y todo tipo de extractivismo. Nos ofrecen y someten a asesinar lo que es más importante para nosotras: la Madre Tierra toda.
Denunciamos el genocidio indígena que es la sumatoria de todos los puntos expuestos en este documento y en nuestro trabajo diario como Movimiento.
Para cada una de estas violencias tenemos propuestas, sabemos qué hacer, llevamos a cabo acciones concretas porque caminamos hermanadas para sanar, guiadas por un pensamiento único y profundo que nos convoca a levantarnos con fuerza ancestral. En el otoño nos moveremos como sus hojas desprendidas en el viento, con conciencia y certeza del camino.
La Rebelión de las Flores Nativas continúa, desde territorios plurinacionales del sur de Indoamérica, Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen vivir, 8 de marzo del año 2021.
Last modified: 09/03/2021