El ayni de Ani

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Mallki: Una mano extendida. Una mano que, amorosamente, entrega –no uno, sino dos–
cuarzos al río. Al mirar la secuencia que ilustra la Luna Llena del mes anterior, me
pregunto, si Ani era consciente de que su ilustración mostraba el cumplimiento de un
principio básico, que no es exagerado afirmarlo, es central en la configuración del ethos de
la cosmovisión andina: la reciprocidad –ayni le decimos en lengua quechua–. Me
pregunto también qué sintió tu corazón, Coqui.

Coqui: Primero explicar para nuestros lectores habituales y en particular para los nuevos,
que la Luna Llena de agosto fue, como es habitual, acompañada por una ilustración de
Ani, quien para la ocasión, eligió plasmar retazos de un vídeo en el que, en Reico,
Cajatambo, en los Andes de Lima, yo ofrendaba al río Quntiyín dos pequeños cuarzos que
había llevado desde Panamá. Reico es el lugar preciso donde nació mi padre, Eleodoro, y
allá habíamos llegado con Ani y algunos familiares más, casi en peregrinación, por vez
primera.

¿Qué sentí? Pues en el momento, otra pequeña emoción más dentro de la grande: la de
haber llegado hasta los ahora restos de la vivienda donde mis abuelos paternos vieron
venir al mundo a sus 9 hijos e hijas, uno de ellos mi padre. Por las condiciones tan difíciles
de la vida en esos años, 5 de ellos fallecieron muy niños; por fortuna no Eleodoro, porque
de no haber sido así, yo no estaría aquí.

Lo que me emocionó y mucho, fue que Ani hubiera escogido esa secuencia de imágenes,
que ella misma filmó y que probablemente nadie más aparte de nosotros dos podría
entender, para alumbrar el texto sobre batanes y “piedras que persisten”, el tema de
agosto.

En cuanto al ayni, el reciprocar, debo preguntarle si era consciente de esto en ese
momento de la ofrenda al Quntiyín. Tú sabes: muchas cosas brotan espontáneamente de
nosotros en base a información previa que nos viene en la sangre, en algunas miradas
recibidas en la infancia, o hasta en la leche materna.

Mallki: Memoria genética o atávica la llaman. Pero además, lo percibo como
premonitorio. Nos acercamos al cierre del ciclo lunar de 13 lunas y creo importante
escribir sobre este tema. Fíjate, cuando observamos las interacciones entre la naturaleza
y el cosmos, podemos constatar fácilmente que el ayni fluye de manera natural. Parece
ser que los humanos somos los únicos “regateadores” de la creación. De ahí, la
importancia de conocer y practicar nuestro calendario ritual que, en el camino del tiempo
cíclico, nos recuerda la importancia del ayni para vivir en armonía. La celebración de la
Pachamama en agosto, es un claro ejemplo: hacemos la ofrenda, damos de comer a la
Madre Tierra con la certeza de que ella nos dará el alimento durante el resto del año. Esa
es la “crianza mutua” de la que siempre hablan los campesinos.

El hamawta Carlos Milla Villena –al que ya hemos nombrado en otra entrega– devela en
sus investigaciones que el símbolo denominado “Las manos cruzadas” que se encuentra
en el Templo de Kotosh representa la ley de reciprocidad andina. Otros autores,
encuentran la simbología del ayni en la figura del chaski o mensajero de correos del
Tawantinsuyo que, debía correr velozmente hasta la posta siguiente para poder entregar
el recado, verbalmente o con la ayuda del quipu, pero siempre con celeridad. Viene a mi
memoria la imagen del sello postal con su ima gen. ¿Lo recuerdas?

Coqui: Efectivamente, Mallki, ese sello es de los años ´70 – ‘80. Lo recuerdo porque tuve
en esos años amigos “filatélicos” que me pedían las estampillas de las cartas que llegaban
a casa. La estampilla en mención reproduce la ilustración del cronista Guamán Poma de
Ayala, que inmortaliza a este personaje que marcó un hito en las comunicaciones
prehispánicas a lo largo del Qhapaq Ñan. Según los historiadores, en un principio, los
chaskikuna (así, debe escribirse el plural en runasimi), eran los hijos de los curacas o jefes
locales y, ¿sabes?, la transmisión de los mensajes no solamente se hacía de forma oral
sino que, muchas veces, utilizaban el quipu –ese sofisticado sistema de cordones en el que
se almacenaba la información–.

Y estos personajes todavía existen Mallki. Cada cuatro años parten del extremo norte del
continente (de Fairbanks, Alaska) y del extremo sur (de Ushuaia, en Argentina) y van
corriendo en postas con otros chaskikuna del camino, para encontrarse meses después.
Son los corredores de las Jornadas de Paz y Dignidad. Este año, partieron en mayo (1 y 23
de mayo respectivamente) y al momento los de la “flecha norte” van por México y los de
la “flecha sur” por el Perú.

Tuvimos la suerte de conocerlos el 2016, cuando el encuentro final fue en Panamá. El
grupo que venía del sur, unos 12, terminó en casa porque la logística local falló. Luego, el
Municipio capitalino acogió a todos, los del norte y los del sur –más los mayorcitos que
llegaron en avión– en el Parque Municipal Summit. Fue muy hermoso ver a todas estas
personas, indígenas y no-indígenas, mujeres y hombres, que a pie unían los pueblos de
América. Este 2024, el encuentro de ambos grupos será en Cundinamarca, Colombia, el 29
de noviembre.

Mallki: Es una inmensa logística y una maravillosa misión: unir pueblos y andar ese
camino de conciliación y de reparación que el mundo necesita con urgencia para su
transformación. Correr y correr y llevar el mensaje del compartir, del reciprocar; llevar el
ayni hasta que el cóndor que viene del sur y el águila que viene del norte, se unan y
entonces se renueve la profecía, la utopía que nos hace avanzar cada día un poquito más.
Hacia un mundo un “cachito” más digno, donde la paz sea no sólo quimera sino razón de
existir.

Isabel M. Álvarez, desde la costa de la Patagonia argentina
y Jorge L. Ventocilla, desde la esquina del río Chagres con el Canal, Panamá.
Luna Llena en los Andes: septiembre del 2024

Ilustración de Ani Ventocilla King.

Last modified: 19/09/2024

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